Cofradía de Las Angustias y Cinco Llagas

 David Cabrera // @AsiloCapillita

Gran similitud entre el Cristo de la Humildad y el Cristo de la Cofradía de las Cinco Llagas

Cuando se fundó la cofradía de las Cinco Llagas ya existía en Santa Catalina una capilla, parece que la del altar mayor, dedicada a la Quinta Angustia, es decir, el quinto dolor de la virgen que fue el que padeció estando el pie de la cruz hasta ver morir a su hijo. El retablo de la Quinta Angustia, "el más rico que pudiera ser" se había mandado poner a su costa por don Alonso Pérez de Arquellada en el testamento que otorgó en 17 de agosto de 1505 ante Francisco de Aranda, y además, enriqueció la capilla con diferentes alhajas y mando enterrarse en la bóveda que seria bajo la misma, fundando legado de tierras para que le aplicasen ciertas misa en alta mayor.

Pese a la coincidencia en las imágenes de la Quinta Angustia y de las Cinco Llagas, estimamos que eran diferentes, así como su capilla, que la cofradía nunca dice que fuera la mayor y además hizo en ella un enterramiento que debería ser bastante grande para acoger a los cofrades encomendados que morían y parece incompatible con otro privado. Además, la iglesia era grande y contaba con seis capillas en los laterales más dos a los lados del presbiterio, pudiendo fácilmente destinarse a las Cinco Llagas.

En Sevilla, la cofradía del santísimo Cristo de las Cinco Llagas que en la actualidad se conserva, y que tantos puntos de coincidencia tuvo con la de Jaén, tiene aparte de los pasos del Sagrado Decreto y de Nuestra Señora de la Esperanza, el de Cristo crucificado; Al pie de la cruz están la Santísima Virgen, San Juan y la Magdalena., Esta recoge en un Cáliz la sangre del redentor, los santos varones proceden a iniciar el desprendimiento, y las dos Marías contemplan este misterio. 

Al contrario que la cofradía de la Vera-Cruz que estaba adscrita a la orden franciscana, las de las Cinco Llagas las encontramos repartidas por conventos de distintas reglas. La de Sevilla se fundó en el año 1535, pero hasta el 12 de julio de 1544 no se firmó la escritura con los padres trinitarios, en cuyo iglesia estuvo siempre establecida. Sus estatutos fueron aprobados el 18 de dicho mes y año y constaban de 56 capítulos. El domingo de Ramos se reunían los hermanos en cuyo acto se les exhortaba para que confesarán y comulgarán para ir en procesión, se amistaba a los que estaban reñidos y se pedía perdón, dando al concluir el acto cada hermano la limosna que tenía por conveniente para los gastos de la procesión, depositándola en una vasija al efecto colocada en el sitio de la reunión. La estación era de disciplina y tenía lugar el jueves santo en la noche, llevando todos camisas o túnicas negras que llegaban hasta el suelo, con cápiro que cubría el rostro, los pies descalzos y un escudo en el pecho, todo esto igual que en la cofradía de Jaén. Los hermanos de luz llevaban hachas y los de sangre, disciplinas de manojos de rodezuelas, o sea, bolillos de cera cubiertos de hilo basto terminados en punta e incrustados de piedrecitas afiladas, con las cuales se herían notablemente. Extinguida en el siglo XVIII, se reorganizó en 1804, redactó nuevos estatutos en 1819 y recibió como hermano mayor a Fernando VII en 1820.

Los estatutos de la cofradía de las cinco llagas de Jaén no llega hasta nosotros, pero por la referencia que conocemos de su contenido, coinciden al tal extremo con los de la hermandad de Sevilla, que podemos sospechar con fundamento que se inspiraron en ellos. Sin embargo, aunque había en Jaén un antiquísimo convento de la Santísima Trinidad, la cofradía se estableció en el de Santo Domingo, única diferencia notable, y en la que pudo haber incurrido por circunstancias momentáneas que así lo exigiera. Fueron sancionadas en 1551 por don Gabriel de Guevara, canónigo de la Santa Iglesia de Jaén, Gobernador y Previsor en todos los obispados por el Ilmo. y Rvdmo. señor don Pedro Pacheco, cardenal y obispo de la Diócesis que siempre estuvo ausente por altas ocupaciones, cual la asistencia al concilio de Trento y como virrey de Nápoles nombrado el mismo año de 1551 para esta última dignidad. 

Estos estatutos tenían el destacado interés de ser los primeros de una cofradía de Pasión en Jaén que tuvieron la aprobación canónica pues los de la Vera-Cruz siendo anteriores, no los sancionó el mismo provisor hasta el 30 de abril de 1554, por lo que puestos a clasificar la hermandad de por orden de antigüedad, según la fecha de aprobación de su constituciones, como fue costumbre multitud de ocasiones, hubiera resultado en primer lugar la de las Cinco Llagas, seguida de la Santa Vera-Cruz.

Establecían los estatutos de la nueva hermandad una procesión y disciplina el jueves santo por la noche que salía después de las doce, y así estaba previsto por sus ordenanzas, lo que significa que en realidad hacia Estación el viernes santo. Partía de Santa Catalina e iba por diferentes calles que los de la Vera-cruz, no se podrían tapar. Pero la referida hora de salida se modificó por sentencia de la audiencia de Granada que se dio el 26 de septiembre de 1553, en virtud de la cual se dispuso que la procesión de la Vera-Cruz saliese a las ocho de la noche del jueves santo y la de las Cinco Llagas a las diez, es decir dos horas después yendo en una de ellas "el Corregidor o Juez de presidencia de la ciudad, y en otra el lugarteniente", de manera que entre dichas cofradías no haya diferencia, discordias, ni se junten ni topen andando en las procesiones. 

También, y con este objeto, ambas cofradías antes de salir, se enviaban un cofrade para evitar colisiones, cuando cesaron los pleitos entre ellas y hubo paz y acuerdo. 

El itinerario de la procesión debía ser muy parecido al de Vera-Cruz, saliendo de Santo Domingo para seguir la calle maestra baja, entrando en la Catedral, y subir por la calle del obispo, maestra alta, plaza de San Juan, Corralaz, plaza de la Magdalena, para volver a su templo después de haber visitado los monumentos de las cinco iglesias, en honor y reverencia de las Cinco Llagas, iglesias que podían ser, aparte de Santa Catalina y la catedral, las de la Parroquia de Santiago, San Lorenzo, San Juan o la Magdalena, que se hallaban al paso de la procesión. 

En dicha procesión figuraban cofrades de luz y de sangre, con túnica negra, como en Sevilla, que era el color de la insignia de la cofradía. "E tenían gastado de su hacienda más de cuatrocientos ducados en ornamentos y aderezos", según declaraban a poco de constituirse la hermandad, es decir en imágenes, andas, estandartes, pendón, cera y otros efectos. En las túnicas llevaban un escudo con una cruz y las Cinco Llagas. Sobre la cabeza, un antifaz o cápiro negro, cuya punta caía por la nuca, pues los caperuces erguidos no se conocieron en Jaén hasta mediados el siglo XIX.

El gobierno de la cofradía sabemos que estaba compuesto por un prioste o gobernador, dos alcaldes, tres diputados y un secretario o escribano. Suponemos que tampoco faltarían consiliarios, un alférez mayor o patrono y protector de la hermandad, algún monitor, mayordomos y otros cargos frecuentes en esta clase de hermandades, como visitadores de enfermos. 

Fue el primer gobernador de la cofradía de las cinco llagas, Juan Gallego, y alcaldes Fernando Cortecero y Gil Vicente Platero. En 1554 era prioste éste último. El número de cofrade al año de fundarse la hermandad, o sea en 1552 era de cuatrocientos, muy elevado si lo comparamos con los setecientos que tenía la Vera-Cruz después de doce años de existencia. Además de la procesión del jueves santo, la cofradía celebraba con gran esplendor en la iglesia de Santa Catalina el jubileo de las cuarenta horas el cuarto domingo de cuaresma y los dos días siguientes. Pero creemos que esta fiesta fue establecida años después de la fundación, pues en el pleito de 1551 a 1554 no se nombra, y sin embargo en 1608, ya era costumbre.

Aparte de estos fines piadosos, la cofradía tenía otros de tipo benéfico y caritativo, como decía su procurador en el pleito antes mencionado, "pues a costa de sus partes se enterraban  todos los pobres que se encomendaban a la cofradía de balde, E les daban sepultura en el Monasterio Santa Catalina, en la capilla de la dicha cofradía, y a los ricos los enterraban por lo que su voluntad querían dar, lo cual no hacían los de la Vera-Cruz, porque siempre es que enterraba a cualquier persona rica o pobre llevaban dos ducados. "Y además sus partes hacían, que si algún pobre estaba enfermo, lo curaban a su costa e le daban todo lo necesario hasta que moría o sanaba, obra digna de ser tenida en mucho y nos de impedirla". 

En resumen "la intención de su parte no era otra sino de servir a Dios nuestro señor, y ejercitarse en obras como los buenos lo solían hacer, lo que le redundaba en provecho de muchos pobres, e utilidad e bien a la república de dicha ciudad".

Nuestra Señora de la Correa. Imagen al parecer procedente de la Cofradía de las Cinco Llagas.
Hoy en la catedral

Referencias

Ortega y Sagrista, Rafael (1984). «Boceto histórico de la Antigua y Primitiva Cofradía de las Angustias y Cinco Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, fundada el año de 1551 en la ciudad de Jaén». Boletín del Instituto de Estudios Giennenses (118):  pp. 59-80. ISSN 0561-3590
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Por El Imaginero Jiennense

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